Aunque este escrito lo publiqué inicialmente el 2 de febrero del 2006, he querido retomarlo y compartirlo nuevamente con ustedes. En este instante de mi vida, la herejía ha llamado nuevamente mi atención.
Imagino que tendrá brillantes ojos claros,
y su cabello será oscuro como una noche de invierno.
Reflejará con su sonrisa perfecta
la tranquilidad de su alma,
será una historia que no ha sido concluida
en el letargo de sus horas.
Dirá con sus actos que es feliz,
aunque castigue su perfección con doctrinas
tendrá la convicción de ser un artista.
Cuando tenga entre sus manos una pluma
no experimentará pasión desenfrenada,
no sentirá complicidad extrema con las palabras,
no será su amigo, ni su amante culpable,
solamente sentirá una vana arrogancia al usarlas.
Será esclavo de los gestos
de banales e invisibles multitudes,
que le aclaman por decir cosas hermosas sin sentido,
que ignoran que son ellas las dueñas de su mundo.
Tendrá una pobreza disimulada de creatividad,
sus versos tocaran con suavidad
la mente de los lectores,
pero no su corazón, ni sus sentimientos,
ni su humanidad.
Cuando quiera escribir
tendrá en su escritorio un diccionario,
de donde sacará al azar un significado
para componer algo que él considerará su gran obra.
Sin seguir reglas hallará límites,
sus experiencias serán consideradas
falsas caricias de vidas artificiales
en el océano de la presunción.
No será amigo de la sutileza ni de la templanza,
ni tampoco del deseo y la lujuria.
En cambio, será amigo de las migajas
de mil letras abandonadas en la intemperie.
En las noches, soñará con su éxito hipócrita,
alimentará sus ilusiones infantiles y se engañará
creyendo que es el heredero de las letras,
su perfecto elegido.
Desde el momento en que aparezca
el hereje de la poesía,
las palabras pasaran a ser adornos como joyas
dentro del retrato inmundo de aventuras inventadas,
sin ser vánovas para seres desnudos.
El hereje de la poesía siempre dirá:
“soy un gran poeta”, sin saber qué es la poesía.
Hay por cierto muchos herejes de la poesía,
mezclados con genios perspicaces,
verdaderos creadores de vidas animadas.
No nos preocupemos por tantas mentiras,
pues aunque hayan mil herejes de la poesía,
siempre hallaremos en una verdad
la razón que es capaz de doblegarnos
hasta tocar con el alma la humanidad
en medio de ese mundo que es la poesía.
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