Tu voz retumba en mi cabeza con la intensidad del vacío. Tus palabras escriben de nuevo la historia de mi vida, robándole al tiempo su bondad. Tus únicas palabras, las mismas que pueden lastimarme o salvarme. Eso depende de tantas cosas. Incluso de tu prematura objeción. Hay muchas formas de decirlo y no hallo ninguna que sea capaz de expresarlo. El lenguaje se queda inválido.
¿Qué buscas? Si arrancas de mis manos la ausencia triste de tu aroma y me dejas el esqueleto del abandono tal vez podría comprenderte. Intentaría quizá soñarte o incluso, te haría sonreír.
¿Qué quieres? En la valiosa sinfonía de mi espacio, tu elección te aleja de algo que tampoco está. La imaginación maquina eventos y estados que no tienen reglas ni espíritu de libertad, convirtiéndonos en esclavos de un recuerdo.
¿Qué escondes? La utilidad del silencio que impones en el profundo instante de voluntario encuentro juega a atravesar corazones incomprendidos. Tus secretos están a salvo cuando profanas los míos.
¿Qué necesitas? Estados de disposición ilimitada invaden mi presente. Tengo la impresión de una total pérdida de sufrimientos excelsos por tu causa. Y me complace.
¿Qué dices? Antes del momento extinto de una alegría probable renuncias a ella, y me pregunto si acaso tienes tanto temor aún. Cuando no existen pruebas que no se necesitan es más difícil culpar a la inocencia.
¿Qué falta? El mapa de las sensaciones nunca permanece de la misma forma, es travieso y le gusta jugar a revolverse en su propia y auténtica galería. Sin embargo, siempre espera que el cambio ofrezca nuevos elementos.
¿Qué prefieres? La belleza agoniza y su muerte es también bella. Sólo ocurre si la belleza es real. Sólo ocurre si la realidad no engaña la fantasiosa imagen que el mundo ha creado para ti y que tu mente ha explorado.
¿Qué esperas? Las renuncias ahogadas parecen predestinar lamentos incontenibles. La traición a una imagen no es suficiente, tienes que traicionarte a ti mismo y la traición no es perversa si es para que te invadan buenas cosas.
¿Qué pretendes? Mentir a un corazón podría ser bueno si el gesto apaga un dolor que aún no ha nacido. Sólo que no funciona si es el tuyo propio, porque el engaño de nuestra propia realidad no se controla, simplemente se enfrenta.
¿Qué sabes? Herir corazones no es tu especialidad. Abandonarte a la injusticia no es la salida. Ser injusto o cruel nos quita el aliento por instantes de eterno arrepentimiento. Herirte a ti mismo no me deja estar en paz conmigo.
¿Qué deseas? Si es la espera, la acepto. Si es el tiempo, lo espero. Si es la tristeza, la atesoro. Si es la salvación, la concedo. Si es la paz, la busco. Si es la verdad, la vivo. Si es el espíritu, lo entrego. Si es para tu felicidad, lo hago. Sólo espero que lo pidas.
Me encantaría develar el misterio de tus preguntas indiscretas, de tus silencios acogedores, de tu compañía silenciosa, del derroche de sensaciones que me ceden tus palabras, de tus impulsos que me empujan al borde donde la tranquilidad abandona la angustia, de las señales de protección que me hacen sentir segura contigo, de tus caricias invisibles, de las cosas que dices y no sé olvidarlas, de la falta de sinceridad incontrolada, de lo increíblemente importante que eres para mí, de la creciente intensidad de tus pensamientos, de la belleza imprecisa de tus gestos, de las heridas inocentes que me causan tus actos, de las llamadas de auxilio desde la oscuridad de tu mundo, de la maravillosa capacidad que tienes para salir y entrar en mi mundo y hacerte mío y hacerme tuya en él. No sólo me gustas mucho, sino que también tengo la impresión de que anhelo con urgencia, quererte a ti.
¿Qué buscas? Si arrancas de mis manos la ausencia triste de tu aroma y me dejas el esqueleto del abandono tal vez podría comprenderte. Intentaría quizá soñarte o incluso, te haría sonreír.
¿Qué quieres? En la valiosa sinfonía de mi espacio, tu elección te aleja de algo que tampoco está. La imaginación maquina eventos y estados que no tienen reglas ni espíritu de libertad, convirtiéndonos en esclavos de un recuerdo.
¿Qué escondes? La utilidad del silencio que impones en el profundo instante de voluntario encuentro juega a atravesar corazones incomprendidos. Tus secretos están a salvo cuando profanas los míos.
¿Qué necesitas? Estados de disposición ilimitada invaden mi presente. Tengo la impresión de una total pérdida de sufrimientos excelsos por tu causa. Y me complace.
¿Qué dices? Antes del momento extinto de una alegría probable renuncias a ella, y me pregunto si acaso tienes tanto temor aún. Cuando no existen pruebas que no se necesitan es más difícil culpar a la inocencia.
¿Qué falta? El mapa de las sensaciones nunca permanece de la misma forma, es travieso y le gusta jugar a revolverse en su propia y auténtica galería. Sin embargo, siempre espera que el cambio ofrezca nuevos elementos.
¿Qué prefieres? La belleza agoniza y su muerte es también bella. Sólo ocurre si la belleza es real. Sólo ocurre si la realidad no engaña la fantasiosa imagen que el mundo ha creado para ti y que tu mente ha explorado.
¿Qué esperas? Las renuncias ahogadas parecen predestinar lamentos incontenibles. La traición a una imagen no es suficiente, tienes que traicionarte a ti mismo y la traición no es perversa si es para que te invadan buenas cosas.
¿Qué pretendes? Mentir a un corazón podría ser bueno si el gesto apaga un dolor que aún no ha nacido. Sólo que no funciona si es el tuyo propio, porque el engaño de nuestra propia realidad no se controla, simplemente se enfrenta.
¿Qué sabes? Herir corazones no es tu especialidad. Abandonarte a la injusticia no es la salida. Ser injusto o cruel nos quita el aliento por instantes de eterno arrepentimiento. Herirte a ti mismo no me deja estar en paz conmigo.
¿Qué deseas? Si es la espera, la acepto. Si es el tiempo, lo espero. Si es la tristeza, la atesoro. Si es la salvación, la concedo. Si es la paz, la busco. Si es la verdad, la vivo. Si es el espíritu, lo entrego. Si es para tu felicidad, lo hago. Sólo espero que lo pidas.
Me encantaría develar el misterio de tus preguntas indiscretas, de tus silencios acogedores, de tu compañía silenciosa, del derroche de sensaciones que me ceden tus palabras, de tus impulsos que me empujan al borde donde la tranquilidad abandona la angustia, de las señales de protección que me hacen sentir segura contigo, de tus caricias invisibles, de las cosas que dices y no sé olvidarlas, de la falta de sinceridad incontrolada, de lo increíblemente importante que eres para mí, de la creciente intensidad de tus pensamientos, de la belleza imprecisa de tus gestos, de las heridas inocentes que me causan tus actos, de las llamadas de auxilio desde la oscuridad de tu mundo, de la maravillosa capacidad que tienes para salir y entrar en mi mundo y hacerte mío y hacerme tuya en él. No sólo me gustas mucho, sino que también tengo la impresión de que anhelo con urgencia, quererte a ti.
(Acompañamiento:
Damn Yankees - High enough)
Damn Yankees - High enough)