Me tiemblan los dedos antes de leerte. Es un temblor que se extiende por mis manos, por mis piernas, un dolor extraño que parece incrementarse mientras las letras aparecen ante mis ojos, dispuestas a revelar esa verdad que es la mentira tuya que más me duele. El sonido de las teclas me perturba, me hace sentir intranquila, inconforme. Parecen mis ojos despojos de tristeza, se niegan a prestar atención a algo más de ti. Quiero tenerte lejos, fuera de este instinto de maldad que me invade cuando apareces. Hace tiempo te dije que debías cuidarte de mí. No cuidar de mí, sino cuidarte a ti mismo de mí. No lo has hecho correctamente, no has percibido que en la frontera del instante de duda y confesión sigue existiendo una brecha infranqueable, cubierta por palabras ciegas que a hurtadillas eligen víctimas y verdugos. El papel que nos corresponde no lo descubrimos hasta que se hace muy tarde para cambiarlo. Actuar en ambos bandos tampoco es posible, no te vayas al extremo. Frágilmente te di el aroma que otorga la confianza, enredada con finos detalles de sensibilidad. Sabes lo difícil que es para mí mostrar mi sensibilidad, la compleja característica que mis gestos le infunden al ajeno paisaje percibido. Has construído sobre mí un mausoleo de adoración. Sin embargo, parece que aún no estás satisfecho.
(Acompañamiento:
Circa Survive - Act appalled)
Circa Survive - Act appalled)
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