Una noche, el amor se despertó cuando escuchó el suspiro. No provenía de un lugar fijo, era un eco que se expandía en la dirección contraria. Tenía el peso de la soledad, medido con la ingravidez de la razón. Interrumpió su sueño para hallar esa sombra que se proyectaba en la superficie de su piel, recordándole una sensación de tranquilidad. Se encontraba en paz. El corazón herido de la actriz no podía representar de nuevo ese papel, ni tampoco otro diferente, ninguno. Entre latidos de recuerdos adoloridos, el amor buscó la clave de la felicidad, y no la halló. Se descubrió profundo, más grande, escapándose a través de sonrisas pequeñas. Pasó por muchas etapas, y estuvo detenido en dos momentos. Siempre pensando. Constantemente. El amor se despertó inocente, desprovisto de maldad, dentro de una mujer que antes había recurrido a él para seguir adelante. El amor se embebió las lágrimas de la joven que observaba atenta su descuido. La proeza del suspiro fue despertarlo. El amor esquivo, sigue siéndolo. No tenía que esperar tanto tiempo para verlo regresar de la tierra de los sueños. El amor no existe de la misma forma en que antes parecía existir. Es distinto. Él también se despertó en otra etapa. Es grande, como ella, y también conserva su inocencia. El último despojo de amargura sigue aprisionando su espíritu misterioso, cediéndole un aroma casi incomprensible. Desde adentro, ella pide ayuda. También, a veces, quisiera despertar.
(Acompañamiento:
I Love You But I've Chosen Darkness - Your worst is the best)
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