Sunday, May 31, 2009

Bogotá

El último día de mayo, en Mendoza, no llovió. No salió el sol, apenas asomó su saludo en la mañana. La niña se despertó con las huellas de un beso soñado, la sensación en la piel de una despedida inconclusa, la esperanza del regreso. El gato entonaba una melodía desconocida, que arañaba los sentidos. Era tarde. Ya no podía ir. Había perdido la visita. Entonces, se vistió de negro. No se asomó más allá de la sala, que se hacía inagotable, en exceso pequeña. La ciudad que habita seguramente dormía, siempre duerme. En cualquier lugar, en otra parte, en su lugar, su mente regresaba a las reuniones pasadas, y se hallaba allí mismo, contando a todos que el día estaba frío. La ciudad también lo está, aunque es un frío diferente. Es tal vez una señal que le indica la razón. Adentro, la mujer que está en la sala siente que llueve mientras extraña su capital. Espera, y regresa. Es hora de dormir.

(Acompañamiento:
Red Hot Chili Peppers - Under the bridge)

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