Tuesday, December 14, 2004

Lluvia

Ver tus ojos otra vez me hizo volver a la vida. Debería confesarte con mis lágrimas oscuras el dolor que me produce saber que ahora debo admitir tu desaparición. Tu desaparición de ese fantástico mundo que creé a partir de la nada, siguiendo un principio indemostrable. Ver tus labios una última vez, aspirando tu aroma por los poros de mi marchita lejanía. Si nos vieran, ¿quién podría imaginar que yo te he entregado mi vida, te he regalado mi alma y tú me has dado tu silencio? Te estoy profundamente agradecida. Quisiera que supieras todo de mí, aunque sé que te asustarías. Quizá no podrías soportar el silencioso ambiente que habita en el medio del olvidado lago que ahoga mis pesares. Sin importar lo que halles entre tus blancas manos, mi dulce ángel, solamente escucharé tus palabras. Te prometo sonreir para transmitir confianza a tu respiración, para llenarte de fuerza y abrazarte con insistente tranquilidad. Ya no puedo mantener mantener mi calma sin sentir que se escapa de mi vida el resumen de mi historia. Todos mis demonios escaparon al descubrir tu presencia entre las sombras de mi andar. Te repito que soy la estatua de agua y que anhelo transpasar tu mente con mi historia, anhelo dejar en tu extraño corazón, el recuerdo de una triste historia. Hoy devolverás a mis manos las musas que inspiran mis letras y quiero hacer de este gesto todo un ritual. Tal vez la lluvia prepara el encuentro puesto que ella ha sido tantas veces mi cómplice, mi amiga.

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