Quería invitarte a jugar. A tomar con las manos llenas de tierra algunas piedras del camino, para amontonarlas luego frente a la puerta. Quería invitarte a soñar sueños oscuros y azules, olvidando pesadillas crudas que contaminaban nuestra historia. Quería contarte cuentos invisibles, llenos de alegrías e impresiones ahogadas entre érase una vez y vivieron felices para siempre. Quería esconderme contigo en el salón, entre los pupitres vacíos y olvidados. Acaban dos. Dos seres enredados y la olvida. Quería confesarte mis secretos de ángel oscuro y de niña solitaria, aunque se negaba mi corazón a seguir sangrando a causa de otro ser vivo. Sin embargo, hablé. Quería invitarte a sentir mis angustias y contadas alegrías a través de un cuento. Quería decirte lo que siento ahora, pero es muy tarde ya. Quería convencerme de tus decisiones y su importancia antes de dar la vuelta y decir adiós.
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