Los ojos hablaban a través de ella. En su sombra, se reflejaba el incesante sonido de la oscuridad, que desfilaba buscando alisar el terreno que se abría ante su presencia. El color avellana de su historia se mantenía silente mientras la lágrima escondida asomaba su saludo invisible. El tiempo estaba llegando a su fin. La estadía sería un aroma, y se desvanecería pronto. No había ningún temor, solamente la impresión de la nada. La fuerza seguiría adornando sus miradas, envolviendo sus pensamientos con ese hálito de misterio que desde siempre la acompaña. La pupila empezaría a latir en cualquier momento. En medio de un concierto de sonidos imprecisos y cuadriculados, su fragilidad se tornaría voluble, y podrían dañarla. Ella debe jugar con eso. A veces sus caprichos no pueden contenerlo.
(Acompañamiento:
Portishead - Mysterons)
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