Es como un desfile de capturas. El sol filtrándose por las persianas gigantescas que cruelmente ocultan a las nubes, iluminando al guardia que vigila tantos pasos, es testigo de la huída de la humanidad. Los pasos resuenan al ritmo del reloj, se hacen un coro en un segundo, para perderse de nuevo y tratar de encontrarse... de nuevo. El sueño la invade completa. Parece que ha pasado mucho más de un día. El frío y la compañía la esperan en la guarida de mágicas paredes. Se desvanecen las notas de su canción, se borra su rostro que lo devoran tantos más, que borrarse describe poco. Se extingue. Muy adentro, aún le quiere. A pesar de todo, su presencia aún está cerca, su negación en la frontera de las últimas letras permanece alerta. ¿Aún quedan vestigios de ella? ¿Alguna explicación que calme los dolores? Esos ojos que no miran porque se confiesan, ¿tienen fuerza para seguir mirando? ¿Conservan su color? Antes, muchas veces, le mintieron. Sus manos, sin embargo, se declaraban posesas de las pasiones incontrolables, se fundían con el alma de la estatua. Tomaban el agua en hielo. La hacía débil, todo el tiempo. La noticia, que tanto tiempo tardó en llegar, no fue buena. La súplica, no le conozco. El abrazo, no la conoce. Abandonada en la mitad del espacio, se hacía añicos, aún cuando él ya era pedazos, aún cuando ella ya era pedazos. Él anhelaba ser capturado. Vas a acabar conmigo, le dijo. Lo conoció un octubre, aunque eso no lo cuentan los libros. Por eso me encanta leer.
(Acompañamiento:
Monster Movie - Run to the heart of the sunrise)
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