Dime, ¿por qué me miras de esa forma? Sigues con un temblor enredado entre tus labios y tus cejas. Creí que verte serviría para opacar el dolor, pero no es así. Crece lenta y despiadadamente en mi interior. Tengo tanto miedo de perderte sin haberte tenido nunca. Si aceptaras tu destino, verdugo mío, se doblarían las espinas del odio que crece en tu interior para dar paso a las tiranas frases de tu enemiga.
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