Sunday, May 07, 2006

Alucinación

Hoy mi mirada se cruzó con los ojos más bellos que hace tiempo no encontraba en mi camino. Una poderosa sensación de admiración tomó posesión del momento y lo hizo su esclavo. La suavidad del saludo inundó el corazón de felicidad, pues aunque sabía que no me era permitido demostrarlo, sonrió mi mente. El eclipse se completó con el latido mutuo de nuevas esperanzas, como si en ese momento, la traición hiciera a un lado la tristeza, la espera. Una imagen de su creciente fragilidad me pedía a gritos que no la hiriera y así me volví sordo. Cuando me abrazó, la calidez de su alma embriagó mi cuerpo y sentí que podría nacer de nuevo mil veces más. Y sus manos, con la tibieza de sus manos me trató como un niño y me sentí amado. Una imagen inoportuna de su ausente mutismo me pedía que llorara. Y así me volví mudo. La grandeza de su meditación se perdía en paisajes movibles que se veían alterados por insectos y hojas. Sus movimientos suaves, tan delicados como su esencia, me hacían perder en un mar de esperanza. Una imagen apetecida de su alma suplicando afecto me pedía a gritos que la cubriera. Y así me volví insensible. Después de ese momento, la niña me visita todas las tardes y acoge mi duro y rígido cuerpo suplicándole a la imagen que vuelva a renacer. Y yo cierro mis ojos. Le temo a su mirada. ¿Cómo le explico yo que sólo soy un árbol?

(Acompañamiento:
Radiohead - Talk show host)

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