Siempre se tienen dudas cuando no se quiere hablar. Siente el alma un vacío enorme, que no se hace más pequeño aunque así lo queramos.
La seguridad de un futuro, de una decisión, no depende más de nadie distinto al ser que todos encerramos. Cada mañana me despierto con la plena convicción de hallar entre el tumulto de ideas confusas algo que me ayude a encontrar una respuesta. Tal vez nunca la halle. No me molesta nada de lo que ocurre a mi alrededor, supongo que estoy acostumbrada a no llorar cuando lo necesito, sino a mostrarme débil cuando ya no encuentro soluciones. No quiero hablar. No voy a hablar. Me entiendo yo y es suficiente. Quizá no sea solamente una tonta crisis y pueda encontrar la solución. Es el corazón lo que me duele. Estoy tan herida por las cosas que he hecho, como sintiendo una barrera silenciosa aplastándome. No me siento más grande ni mejor. Toda mi vida he estado engañada por sentimientos vanos que me lastiman.
Dominan mis ideas algunas imágenes llenas de otras cosas diferentes y desconocidas. No tengo fuerzas para alzar los ojos y seguir susurrando la verdad. A lo mejor, estoy alterándome antes de tiempo. La renuncia a un mejor momento no me motiva. Siento como se desvanecen ahora un montón de impresiones inconclusas que no son vacías ni encantadoras. Podría cobijarme para escribir toda una noche, sintiendo en el fondo de unos pasos translúcidos la melodía hermosa de alguna flauta extraviada.
No me vuelvo piedra con el primer suspiro. Me convierto en alas que dejan un paso atrás, que caen y se arrastran. Extraño en ocasiones el sonido tenue de las esperanzas juveniles, y no le temo a un destino remoto ni desesperado. Necesitaría de tus manos una ruta que pudiese guiarme para no pensar otro poco. No terminaré arrepintiéndome de mis palabras cortantes, que han trozado a muchos seres. Algunas cosas son tan injustas. No debo repartir la bondad atesorada entre demonios ni amigos. Desperdigo sin querer los pedazos olvidados de mi inenarrable historia. Es algo más que el dolor. No puede expresarse. No se necesita. He perdido y podría continuar así, siguiendo las migajas de un esfuerzo estúpido y no recompensado. Nadie lo ha de notar. No es algo fácil de meditar, ni de conseguir. El sendero se torna cada vez más tierno. Dime que todo estará bien para mí, hazme saber que no estoy tan equivocada como creí al principio. Muéstrame tu magia cristalina en el torrente de mis lágrimas saladas.
Creí ser alguien distinto. Las fuerzas me han abandonado, dejándome ahora más sumida en mis problemas, casi sometidos a mi espíritu no voluble. Respirar no es tan difícil como lo pensé al principio, ya no es tan tormentoso. Sin embargo, mis ideas no se han aclarado aún y continúan atormentando mi angustioso presente. La desesperación me hace libre. Necesito sonreír y escuchar esa voz que me hace olvidar tantas cosas indeseables. Junto a la gente que quiero aprendí a valorar las razones de los pasos mudos. Puedes decir mil cosas que no me harán sentir mejor, nunca. Así, no es tu historia, no es nada tuyo, no es malo ni es bueno. Cabe esperar una presencia más prescindible. Sentir una voz más cruda y sensible. Estoy compartiendo un historial escindido, compacto y sometido a una órbita forzada. Entonces no puedo mentir de ninguna forma, ni puedo suplicar la misericordia de tus instintos. Cambia constantemente esos susurros ocultos. Llórame sin que yo pueda darme cuenta para ser aparentemente una persona valiosa. Es lo que se siente en un momento lleno de hoyos y agujeros. Perturbada.
Quizá deberían ser mejores los segundos que estoy atravesando. Conocí a un ser distinto, lleno de vida, rodeado de felicidad. No sabe lo que siento y espero que lo desconozca. Escuché por casualidad al sufrimiento llamando a su puerta, entrando en su mundo quizá sin su permiso. Tiene una venda en sus ojos grises que nublan mi caminar. Traté de no contagiarme de su atracción increíble y solitaria, pero no pude evitar facilitar su vida. Ni tampoco simplificar sus problemas. Debe crecer y ser distinto.
Creo que si el tiempo lo permitiera, yo podría mostrarle un camino más triste para que cumpla sus inocentes penitencias. Estoy a punto de cruzar esta barrera. Menos de 24 horas. He manipulado las impresiones erradas que me produce ese ser especial. Opté por omitir del todo mi aspecto. Continúo soñando con sus intenciones dañinas, alimento noche tras noche su esperanza de ser libre y poder amar a quien lo merezca. No le conozco. Él me ha visto pocas veces. Aún así, observa agujas en mis manos, se ahoga en mi sangre y me entrega su ser entero. Siempre. Entiendo que ama lo que sus ojos le obligan a ver.
¡Benditos sean sus antepasados! Benditos sean porque cargaban con el peso de su entendimiento innato y su naturaleza inmaterial desde antes de su aparición. Junto con sus pasos se va el aroma de sus finas expresiones y níveas arrugas. Va deshaciendo el camino que debió manejar para no estrellarse con esa barrera.
La seguridad de un futuro, de una decisión, no depende más de nadie distinto al ser que todos encerramos. Cada mañana me despierto con la plena convicción de hallar entre el tumulto de ideas confusas algo que me ayude a encontrar una respuesta. Tal vez nunca la halle. No me molesta nada de lo que ocurre a mi alrededor, supongo que estoy acostumbrada a no llorar cuando lo necesito, sino a mostrarme débil cuando ya no encuentro soluciones. No quiero hablar. No voy a hablar. Me entiendo yo y es suficiente. Quizá no sea solamente una tonta crisis y pueda encontrar la solución. Es el corazón lo que me duele. Estoy tan herida por las cosas que he hecho, como sintiendo una barrera silenciosa aplastándome. No me siento más grande ni mejor. Toda mi vida he estado engañada por sentimientos vanos que me lastiman.
Dominan mis ideas algunas imágenes llenas de otras cosas diferentes y desconocidas. No tengo fuerzas para alzar los ojos y seguir susurrando la verdad. A lo mejor, estoy alterándome antes de tiempo. La renuncia a un mejor momento no me motiva. Siento como se desvanecen ahora un montón de impresiones inconclusas que no son vacías ni encantadoras. Podría cobijarme para escribir toda una noche, sintiendo en el fondo de unos pasos translúcidos la melodía hermosa de alguna flauta extraviada.
No me vuelvo piedra con el primer suspiro. Me convierto en alas que dejan un paso atrás, que caen y se arrastran. Extraño en ocasiones el sonido tenue de las esperanzas juveniles, y no le temo a un destino remoto ni desesperado. Necesitaría de tus manos una ruta que pudiese guiarme para no pensar otro poco. No terminaré arrepintiéndome de mis palabras cortantes, que han trozado a muchos seres. Algunas cosas son tan injustas. No debo repartir la bondad atesorada entre demonios ni amigos. Desperdigo sin querer los pedazos olvidados de mi inenarrable historia. Es algo más que el dolor. No puede expresarse. No se necesita. He perdido y podría continuar así, siguiendo las migajas de un esfuerzo estúpido y no recompensado. Nadie lo ha de notar. No es algo fácil de meditar, ni de conseguir. El sendero se torna cada vez más tierno. Dime que todo estará bien para mí, hazme saber que no estoy tan equivocada como creí al principio. Muéstrame tu magia cristalina en el torrente de mis lágrimas saladas.
Creí ser alguien distinto. Las fuerzas me han abandonado, dejándome ahora más sumida en mis problemas, casi sometidos a mi espíritu no voluble. Respirar no es tan difícil como lo pensé al principio, ya no es tan tormentoso. Sin embargo, mis ideas no se han aclarado aún y continúan atormentando mi angustioso presente. La desesperación me hace libre. Necesito sonreír y escuchar esa voz que me hace olvidar tantas cosas indeseables. Junto a la gente que quiero aprendí a valorar las razones de los pasos mudos. Puedes decir mil cosas que no me harán sentir mejor, nunca. Así, no es tu historia, no es nada tuyo, no es malo ni es bueno. Cabe esperar una presencia más prescindible. Sentir una voz más cruda y sensible. Estoy compartiendo un historial escindido, compacto y sometido a una órbita forzada. Entonces no puedo mentir de ninguna forma, ni puedo suplicar la misericordia de tus instintos. Cambia constantemente esos susurros ocultos. Llórame sin que yo pueda darme cuenta para ser aparentemente una persona valiosa. Es lo que se siente en un momento lleno de hoyos y agujeros. Perturbada.
Quizá deberían ser mejores los segundos que estoy atravesando. Conocí a un ser distinto, lleno de vida, rodeado de felicidad. No sabe lo que siento y espero que lo desconozca. Escuché por casualidad al sufrimiento llamando a su puerta, entrando en su mundo quizá sin su permiso. Tiene una venda en sus ojos grises que nublan mi caminar. Traté de no contagiarme de su atracción increíble y solitaria, pero no pude evitar facilitar su vida. Ni tampoco simplificar sus problemas. Debe crecer y ser distinto.
Creo que si el tiempo lo permitiera, yo podría mostrarle un camino más triste para que cumpla sus inocentes penitencias. Estoy a punto de cruzar esta barrera. Menos de 24 horas. He manipulado las impresiones erradas que me produce ese ser especial. Opté por omitir del todo mi aspecto. Continúo soñando con sus intenciones dañinas, alimento noche tras noche su esperanza de ser libre y poder amar a quien lo merezca. No le conozco. Él me ha visto pocas veces. Aún así, observa agujas en mis manos, se ahoga en mi sangre y me entrega su ser entero. Siempre. Entiendo que ama lo que sus ojos le obligan a ver.
¡Benditos sean sus antepasados! Benditos sean porque cargaban con el peso de su entendimiento innato y su naturaleza inmaterial desde antes de su aparición. Junto con sus pasos se va el aroma de sus finas expresiones y níveas arrugas. Va deshaciendo el camino que debió manejar para no estrellarse con esa barrera.
(Acompañamiento:
Alanis Morissette - That I would be good)
Alanis Morissette - That I would be good)
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