Delinea mis manos con lágrimas. La locura tiene sobre sus hombros una dalmática, quiere cubrirme. Anhelo escrutar tu perfume de nuevo. Necesito hacerlo. Estoy muy mal, sueño mío. Articula con tus perfectos labios una triste palabra, sométeme, quiero rendirme. Ya ves que he pensado en el pasado. No quería verte sangrar, ni tampoco arrancar tu corazón de ángel con excesiva dulzura. Merecías tener en tu vida un recuerdo menos escatimado. Para mitigar mi sufrimiento tu fuero interno ha optado por hacerme más daño sin notarlo, me estás atenuando. Vuelve a ser la sombra, háblame con tu tétrica voz, muéstrame otra vez tus sombríos deseos, los haré realidad si sobrevivo para hacerlo, por favor, con todo tu corazón, no me tomes más por extranjera, desperdigas mi vitalidad. Cuando todos te odien y arrasen con tu mundo, mi magnífico dueño, espero que recuerdes que yo nunca te hice desmoronar al sentirte pronunciar mi nombre.
Abrirás los ojos ya estando ahí, entre la madera y la tierra, sintiendo como la mortal soledad comienza a robar tus pensamientos y en ese instante, te acordarás de mí. Pensarás que sí tomaste mis manos y me contaste tu historia.
Abrirás los ojos ya estando ahí, entre la madera y la tierra, sintiendo como la mortal soledad comienza a robar tus pensamientos y en ese instante, te acordarás de mí. Pensarás que sí tomaste mis manos y me contaste tu historia.
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