Ayer 30 de septiembre cumplí 22 años. Pasé un muy buen día, hacía mucho tiempo que no me disponía a hacer tantas cosas para descansar, para pensar en mí misma. Es que no me gusta tener demasiado tiempo para pensar en mí. Sé que eso me convierte de alguna forma en esclava de mi propia historia, pero a la vez, me hace encontrar la libertad dentro de mi universo interior. No puedo decir que haya sido un día perfecto, aunque no me sentí sola ni me sentí distinta. Sigo siendo la misma. Sólo que ahora cumplir años o no cumplirlos no hace la diferencia.
Me desperté temprano. Recibí muchas llamadas, cosa que me parece mejor que recibir regalos, porque te demuestra que hay personas para las cuales eres importante, o por lo menos, así parece. En mi casa, mi familia me tenía una deliciosa torta de helado de tiramisú, me imagino que con niveles de azúcar exorbitantes. Decidí ignorar la orden del médico de evitar al máximo el azúcar para prevenir una recaída y me comí una porción considerable. Es una nimiedad, pero se ignora. Un almuerzo delicioso con aguardiente de sobremesa y salir a encontrarse con viejos personajes.
Tuve una tarde de diversos compromisos y por la noche me fui a cantar con algunos amigos. Definitivamente me encanta cantar. Después fui a beber a Joshua y pude hablar con personas que no veía hace rato. Me tomé todos los cócteles que me invitaron y me sentí en extremo acompañada. Eso no me sucede a menudo, así que era un gran cambio. El nivel de licor aumentó y llegó al punto de permitirme llorar. No lloro con facilidad y es una sensación que a veces hace falta. No lloraba de felicidad, sino de infinita tristeza. Sonará absurdo, lo sé. Sin embargo, es uno de los mejores cumpleaños que he tenido, uno de esos días que ameritan que haga espacio en mi blog para intentar describirlo. Es que ayer, la oscuridad de mis días se iluminó con múltiples presencias.
P.D. Jairo, gracias por estar siempre tan pendiente de mí, tú también eres un amigo muy especial. David, gracias por el viaje que hiciste para saludarme. María Elena, gracias por dejarme verte después de tanto tiempo. Stefanny, gracias por cada uno de tus abrazos. Adriana, gracias por todos tus detalles. Javier, gracias por acompañarme tanto. Alvaro y Camilo, gracias por cuidarme tanto, son una belleza de hermanos. Mayerlin, gracias por cada una de tus palabras. Diana, gracias por abrir tu corazón y ser sincera conmigo... te prometí que iba a ayudarte y lo haré (no estaba tan mal en ese momento, eh?). Andrés, gracias por dejarme compartir tu locura. Ferley, gracias por exponer tus ideas con tanta franqueza. Laura, gracias por llamarme cada año de mi vida a recordarme que seguimos siendo amigas. David G., gracias por ser tan divino, tienes un corazón enorme (cuando seas mayor de edad te llevamos, lo prometo). Carlos, gracias por el Ícaro, casi que no me deja andar. Martha, gracias por tus muchos mensajes. Pico, gracias por las felicitaciones anticipadas. A todos los demás, muchas gracias.
Me desperté temprano. Recibí muchas llamadas, cosa que me parece mejor que recibir regalos, porque te demuestra que hay personas para las cuales eres importante, o por lo menos, así parece. En mi casa, mi familia me tenía una deliciosa torta de helado de tiramisú, me imagino que con niveles de azúcar exorbitantes. Decidí ignorar la orden del médico de evitar al máximo el azúcar para prevenir una recaída y me comí una porción considerable. Es una nimiedad, pero se ignora. Un almuerzo delicioso con aguardiente de sobremesa y salir a encontrarse con viejos personajes.
Tuve una tarde de diversos compromisos y por la noche me fui a cantar con algunos amigos. Definitivamente me encanta cantar. Después fui a beber a Joshua y pude hablar con personas que no veía hace rato. Me tomé todos los cócteles que me invitaron y me sentí en extremo acompañada. Eso no me sucede a menudo, así que era un gran cambio. El nivel de licor aumentó y llegó al punto de permitirme llorar. No lloro con facilidad y es una sensación que a veces hace falta. No lloraba de felicidad, sino de infinita tristeza. Sonará absurdo, lo sé. Sin embargo, es uno de los mejores cumpleaños que he tenido, uno de esos días que ameritan que haga espacio en mi blog para intentar describirlo. Es que ayer, la oscuridad de mis días se iluminó con múltiples presencias.
(Acompañamiento:
Placebo - Twenty years)
Placebo - Twenty years)
P.D. Jairo, gracias por estar siempre tan pendiente de mí, tú también eres un amigo muy especial. David, gracias por el viaje que hiciste para saludarme. María Elena, gracias por dejarme verte después de tanto tiempo. Stefanny, gracias por cada uno de tus abrazos. Adriana, gracias por todos tus detalles. Javier, gracias por acompañarme tanto. Alvaro y Camilo, gracias por cuidarme tanto, son una belleza de hermanos. Mayerlin, gracias por cada una de tus palabras. Diana, gracias por abrir tu corazón y ser sincera conmigo... te prometí que iba a ayudarte y lo haré (no estaba tan mal en ese momento, eh?). Andrés, gracias por dejarme compartir tu locura. Ferley, gracias por exponer tus ideas con tanta franqueza. Laura, gracias por llamarme cada año de mi vida a recordarme que seguimos siendo amigas. David G., gracias por ser tan divino, tienes un corazón enorme (cuando seas mayor de edad te llevamos, lo prometo). Carlos, gracias por el Ícaro, casi que no me deja andar. Martha, gracias por tus muchos mensajes. Pico, gracias por las felicitaciones anticipadas. A todos los demás, muchas gracias.
No comments:
Post a Comment