No sé cómo comenzar. No sé por dónde empezar. No sé si esto vaya a llegar a tus manos. Sólo sé que quiero que llegue a ellas, que llegue a ti. Tal vez estoy confundida y en la dicha del momento he errado la dirección. Sin embargo, no me arrepiento de este acto, que está siendo representado en un escenario único, destinado sólo para una obra real. Entonces es extraño porque deja de ser obra y se convierte en el boceto de mi presente realidad. Un guión escrito con letras devotas y genuinas.
En la búsqueda imprecisa de la absoluta complicidad apareció un desconcertante acierto que no logro comprender. No puedo explicarlo mediante la discreción de un evento, ni tampoco la manipulación de un posible encuentro. Requiere el atisbo de un algo más grande, más poderoso, más imponente y sobre todo, más sincero.
Durante un largo tiempo, sentí que no merecía ser amada. Me he rescatado poco a poco de esa hiriente impresión. Supongo que es una evocación que nació por las huellas marchitas de un pasado quizá inmerecido, una expiación que pagué a destiempo y se llevó de mí más que sólo sufrimiento. El último trozo que necesitaba olvidar, se quedó atrás en el momento en que un maravilloso extraño frente a mí me dejó saber con señas inesperadas que existía en él un residuo de disipado equilibrio que quería volver a salir y permanecía rezagado queriendo aceptar su destino impuesto, negando cualquier posibilidad.
Me inspiras muchas cosas. Demasiadas. Me siento extraña no pudiendo controlar todo, descubriendo que una presencia superior a mi voluntad me describe con perfecta simetría las consecuencias de una negación teórica e irreal. Es tal vez la parte más misteriosa de la situación, porque quiero espontáneamente dejar de dirigir lo incontrolable. De repente me invade una sensación muy profunda, impactante, duradera. Siento que mis venas se llenan con secretas percepciones que por lapsos cada vez más prolongados me hacen feliz. Feliz de verdad. Quisiera saber cómo transmitir el bienestar que estar feliz me produce.
Quiero entregar cada sentimiento que he almacenado durante tanto tiempo, quiero sentir con ciega confianza, quiero entregar el alma sin límites. Quiero al fin, sentirme viva. Quiero dejar de ocultarme. Quiero dejar de castigarme. Quiero dejar de juzgarme. Quiero capturar la alegría que me brindan tus acciones, algunas de ellas disimuladas en medio de expresiones sorprendentes y extraordinarias. No importa si el gesto de tu impresionante magnificencia ha olvidado cómo comportarse, sería absurdo trazar posturas cuya existencia cruel y banal arrebataría la transparencia del instante. De ese que me regalas y logra elevarme lejos de toda tristeza, de toda maldad.
Quisiera que pudieras ver más allá de todo mi ser. Quisiera que tú pudieras descubrir quién soy yo y me tomaras de la mano cuando abra mis ojos para recorrer un territorio tan nuevo para mí. Quisiera poder sonreir contigo y mostrarte el realismo de mi estado. Sin mentiras, sin máscaras, sin miedos, sin dudas, sin dolor, sin prevenciones, con absoluta libertad. Quisiera dejar de sentir tanto frío rodeando mi espíritu. Quisiera acompañarte en tu travesía, sin temor de permitir que el esquivo tiempo insulte la felicidad. Quizá todo esto ocurre porque quiero quererte a ti. No es una creencia fugaz, sino constante. A ti no quiero herirte. No existe espacio para el tormento ni para la aflicción. Siento que quiero amar al ser que se mantiene caminando cauteloso al borde del abismo, seguro de rescatar su propia protección de las juguetonas alas del viento.
No quisiera dejar de mirarte. Quisiera que tú pudieras descubrir algo más en mis ojos. Me encantaría que pudieras romper el encanto de la caprichosa coraza que rodea mis pupilas. Nunca he tenido tanto miedo como ahora. Temo que la soledad me atrape de nuevo, ahora que he decidido escapar de su calabozo porque una traviesa fascinación se ha suspendido cerca de mí. Ni siquiera entiendo el motivo por el cual permanecí tanto tiempo soportando tanta lejanía, excepto porque hoy encuentro una razón que no esperaba contemplar en mi historia. Un camino que mi corazón quiere recorrer y me lo pide a gritos. Con toda mi monumental fortaleza, quiero rendirme a su súplica. Es que ya no quiero seguir extinguiéndome en medio de tantas sombras. La tibia luz de tus ojos me ha tentado y quiero seguirla.
En la búsqueda imprecisa de la absoluta complicidad apareció un desconcertante acierto que no logro comprender. No puedo explicarlo mediante la discreción de un evento, ni tampoco la manipulación de un posible encuentro. Requiere el atisbo de un algo más grande, más poderoso, más imponente y sobre todo, más sincero.
Durante un largo tiempo, sentí que no merecía ser amada. Me he rescatado poco a poco de esa hiriente impresión. Supongo que es una evocación que nació por las huellas marchitas de un pasado quizá inmerecido, una expiación que pagué a destiempo y se llevó de mí más que sólo sufrimiento. El último trozo que necesitaba olvidar, se quedó atrás en el momento en que un maravilloso extraño frente a mí me dejó saber con señas inesperadas que existía en él un residuo de disipado equilibrio que quería volver a salir y permanecía rezagado queriendo aceptar su destino impuesto, negando cualquier posibilidad.
Me inspiras muchas cosas. Demasiadas. Me siento extraña no pudiendo controlar todo, descubriendo que una presencia superior a mi voluntad me describe con perfecta simetría las consecuencias de una negación teórica e irreal. Es tal vez la parte más misteriosa de la situación, porque quiero espontáneamente dejar de dirigir lo incontrolable. De repente me invade una sensación muy profunda, impactante, duradera. Siento que mis venas se llenan con secretas percepciones que por lapsos cada vez más prolongados me hacen feliz. Feliz de verdad. Quisiera saber cómo transmitir el bienestar que estar feliz me produce.
Quiero entregar cada sentimiento que he almacenado durante tanto tiempo, quiero sentir con ciega confianza, quiero entregar el alma sin límites. Quiero al fin, sentirme viva. Quiero dejar de ocultarme. Quiero dejar de castigarme. Quiero dejar de juzgarme. Quiero capturar la alegría que me brindan tus acciones, algunas de ellas disimuladas en medio de expresiones sorprendentes y extraordinarias. No importa si el gesto de tu impresionante magnificencia ha olvidado cómo comportarse, sería absurdo trazar posturas cuya existencia cruel y banal arrebataría la transparencia del instante. De ese que me regalas y logra elevarme lejos de toda tristeza, de toda maldad.
Quisiera que pudieras ver más allá de todo mi ser. Quisiera que tú pudieras descubrir quién soy yo y me tomaras de la mano cuando abra mis ojos para recorrer un territorio tan nuevo para mí. Quisiera poder sonreir contigo y mostrarte el realismo de mi estado. Sin mentiras, sin máscaras, sin miedos, sin dudas, sin dolor, sin prevenciones, con absoluta libertad. Quisiera dejar de sentir tanto frío rodeando mi espíritu. Quisiera acompañarte en tu travesía, sin temor de permitir que el esquivo tiempo insulte la felicidad. Quizá todo esto ocurre porque quiero quererte a ti. No es una creencia fugaz, sino constante. A ti no quiero herirte. No existe espacio para el tormento ni para la aflicción. Siento que quiero amar al ser que se mantiene caminando cauteloso al borde del abismo, seguro de rescatar su propia protección de las juguetonas alas del viento.
No quisiera dejar de mirarte. Quisiera que tú pudieras descubrir algo más en mis ojos. Me encantaría que pudieras romper el encanto de la caprichosa coraza que rodea mis pupilas. Nunca he tenido tanto miedo como ahora. Temo que la soledad me atrape de nuevo, ahora que he decidido escapar de su calabozo porque una traviesa fascinación se ha suspendido cerca de mí. Ni siquiera entiendo el motivo por el cual permanecí tanto tiempo soportando tanta lejanía, excepto porque hoy encuentro una razón que no esperaba contemplar en mi historia. Un camino que mi corazón quiere recorrer y me lo pide a gritos. Con toda mi monumental fortaleza, quiero rendirme a su súplica. Es que ya no quiero seguir extinguiéndome en medio de tantas sombras. La tibia luz de tus ojos me ha tentado y quiero seguirla.
(Acompañamiento:
Placebo - Summer's gone)
Placebo - Summer's gone)
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