Tuesday, October 03, 2006

Acento

Permanecía en silencio mientras el mundo caía a pedazos. Para él, el ciclo ya había terminado. El tiempo de sufrimiento se había extinguido lentamente y el último afán violeta había cesado. Con el grito noctámbulo de un tambor embrujado comenzó la posesión. Venía en un envase nacarado con forma de castillo. Dentro no quedaba nada más que la caricaturesca sentencia. La letra que decoraba el frágil borde estaba hecha a base de caramelo, azúcar y tenía ridículas gotas de sal. El rito, antes de comenzar, entregaba una percepción inadecuada, desteñida, casi como si estuviera gastada. Era un movimiento suave, lento, prudente, sensual, perverso. Era simplemente parvedad. Gestos de unos labios dispuestos a amar, juzgar su debilidad, entregarse y volver a amar. Incluso, creía ser mucho más que debilidad. Quizá fragilidad. Qué suavidad tan imponente. Era capaz de extinguir hasta el último aliento y podía absorber el ínfimo trazo de soledad que dormitaba en el interior del contenedor. Todo esto, que era nada, se proyectaba en su cabeza antes de que él decidiera mostrar al mundo su verdad. Antes de decir ante su exquisito reflejo, el último vocablo de su pasado día.

(Acompañamiento:
Steve Harley and Cockney Rebel - Sebastian)

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