Escucho dentro de mí una voz adolorida que lucha por salir. La tengo atrapada desde que conocí el objetivo de sus hirientes quejidos. No la dejo salir a la superficie porque siento que puede traicionarme, me mostraría débil y debo ocultarlo.
Al escucharla, siento la manera despiadada como rasguña las esperanzas que se han terminado de crear. Dice cosas extrañas, me obliga a escuchar todas sus trastornadas ideas. En ocasiones pregunta por personas de cuyo nombre no me acuerdo y describe rostros que jamás he visto. Me hace pensar en la sensatez dispersa de la locura. Sin embargo, repite algo muy insistentemente, se dice a sí misma: abrázame con la sal de tu derrota imprevista y susúrrame la verdad de este padecimiento corrupto. Creo entonces que debo pensar en volverme dichosa para procurarme de alguna forma una respuesta más o menos acertada, y responderle a mi conciencia con lágrimas de sal que ahoguen su escaso sufrimiento.
(Acompañamiento:
Saybia - I surrender)
Saybia - I surrender)
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