Es la primera vez que sueño con agotarte. He deseado tantas veces succionar tu esencia que tal vez hoy es la primera vez en que me doy cuenta de los alcances que he tenido. No soñaba con colocar mis manos en ti, porque el gesto sería de suprema cobardía. Por el contrario, soñaba con aprisionar tus instantes hasta el punto mismo de enloquecerte. Soñé tantas veces con salvarte. Imaginaba que interrumpía cada vez que arreglabas tu final. Un principio, un final. No importaba si tenía que padecer castigos temibles. Me castigaste de la peor forma. Nunca nadie lo había logrado. Esta niña que aparenta no tener alma nunca antes había sido destrozada. La niña de la mirada profunda y las sonrisas frías no había percibido el dolor vivo, ni había bebido sangre que no fuera suya.
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